Cuando hace unos meses apareció la programación del Grec anunciando el musical Carousel en concierto, debo reconocer que me tomé la noticia con cierto escepticismo, escepticismo que desapareció en gran parte cuando vi a los reponsables directos de levantar este proyecto, Daniel Anglés y Xavi Torras, gente de más que reconocida trayectoria en el mundo de los musicales, con años de experiencia y con una profesionalidad fuera de toda duda.
Ahora bien, ¿Carousel? ¿El mítico Carousel de Rodgers and Hammerstein ¿Uno de los mejores y más complejos musicales de la historia en Barcelona? ¿ Con las exigencias que posee? ¿ Con los requisitos orquestales y corales? ¿En versión concierto? ¿Al aire libre? ¿En el teatre Grec? Por mucho que aprecie la valentía de los implicados, por mucho que sepa del enorme talento de los convocados a participar en este evento de únicamente dos noches, insisto que no las tenía todas conmigo. Sin embargo no dudé en ningún momento en comprar las entradas. Hay ocasiones en la vida en las que la confianza en el trabajo de los que eligen saltar suele ofrecer gloriosas sorpresas.
Lo de ayer por la noche fue una de esas noches imposibles en el tiempo, de ARTE efímero, el que desprende la magia de lo volátil, de lo que sólo se verá dos veces, una noche de las que no dudas en proclamar como una noche ÚNICA. Porque fue mucho más que una típica versión en concierto. Fue una representación con todos los elementos que puede ofrecer un musical en un teatro, con un vestuario cuidado, una coreografía perfectamente adaptada al pequeño espacio propiamente escénico y con el añadido de una orquesta con el número de músicos requeridos que permite escuchar la partitura original tal y como fue escrita e interpretada en su estreno.
Todos los intérpretes brillaron, con el mérito añadido de haber ensayado durante semanas para meterse de lleno en un musical con las exigencias vocales y dramáticas que demanda Carousel… ¡para dos únicas funciones! Bordaron el arte de lo efímero Miquel Fernández, Diana Roig, Anna Moliner, Iván Labanda y Nina, junto con el resto de bailarines e integrantes del coro.
Capítulo aparte merece la orquesta y su director. Una orquesta de gente muy joven que supo recoger la energía que siempre desprende este talentoso músico de reconocido prestigio que es Xavi Torras, capaz de absorber toda la compleja y poliédrica belleza de una partitura como la de Carousel, cuajada de matices y transmitirla desde el primer momento, nada más recibir la batuta del narrador en esa bellísima obertura que ya te sube a un carousel de emociones del que no quieres bajarte. Pura energía, sacando a relucir los quilates de la música y extrayendo de esos 43 músicos el compromiso y el entusiasmo que atesoran, así como de las voces del coro. Sin la orquesta y coro no hay Carousel, y de haberlos sin un director como este, el resultado habría sido probablemente otro. Torras fue el director que debe ser, y sus gestos eléctricos y delicados movieron la batuta dirigiendo a sus músicos con «un guante de terciopelo que esconde una mano de hierro».
En la vida hay que apostar, hay que jugársela, o como decía un personaje de «Before Sunrise», «la respuesta debe de estar en el intento». Hay que dar las gracias a todo este elenco de artistas, bailarines, coro, intérpretes, coreógrafo, iluminador, regidora y todo el equipo de entusiastas profesionales que hay detrás por haber invertido horas de duro trabajo y riesgo en este fabuloso espectáculo con la fecha de caducidad que tiene siempre el arte efímero, ARTE con mayúsculas, y los afortunados que pudimos estar nunca podremos agradecer lo suficiente. Es tan placentero y tan cómodo sentarse en una localidad y dejarse llevar por la belleza, y lo único que podemos hacer es asistir a estos eventos, y aplaudir. Su arte es nuestro premio. El suyo nuestra asistencia y sentido aplauso.
No están los tiempos como para perderse milagros así. Al contrario, uno tiene que alimentarse de estas experiencias , que el loco anhelo, el brillante entusiasmo y la profesional implicación de Daniel Anglés, Xavier Torras y de todo el elenco nos han regalado en dos noches de verano, noches que se quedarán ahí, fijadas por el recuerdo imborrable de las que sólo pueden merecer el calificativo de mágicas.